Comenzar cada día con una intención clara no solo mejora tu enfoque, sino también la calidad de tus interacciones y decisiones. A diferencia de una meta, una intención diaria se centra en cómo quieres sentirte y cómo quieres impactar tu entorno. Establecer una intención puede ser tan simple como decidir ser más paciente, más agradecida, o más abierta al aprendizaje durante ese día.
Investigaciones en psicología positiva sugieren que establecer una intención cada mañana puede mejorar tu bienestar general, ya que te permite abordar los desafíos cotidianos desde un lugar de mayor consciencia. En lugar de reaccionar de manera impulsiva, una intención te da una brújula para manejar las situaciones de manera más alineada con tus valores.
Una práctica recomendada es dedicar unos minutos a escribir tu intención del día en tu agenda antes de que comiencen tus actividades. Puedes hacerlo mientras tomas tu café o té matutino, respirando profundamente y visualizando cómo deseas que se desarrolle tu jornada. Al final del día, vuelve a ese espacio para reflexionar sobre cómo tu intención influyó en tus decisiones y estado de ánimo.
